Foto de Sabina Fanelli 

 Concurso de Relatos 2016

  • Nombre y apellidos del autor/a: Bel Bufí
  • Viaje realizado: Lo mejor de Groenlandia

Cuentan los inuits que aquí, en Groenlandia, había más mar y menos tierra, no hacía tanto frío y abundaba la comida. Todo era gracias a Ula, la gigantesca ballena azul. Medía más de 1.000 metros de largo y 300 de ancho, era y siempre ha sido la más grande, la guardiana que surcaba los fiordos del sur de éstas bellas tierras.
Ella establecía la armonía  entre los humanos y la naturaleza, ella decía cuando se podía pescar, qué cazar y dónde construir. Era muy querida pero a la vez temida tal y como debía ser.
Un día los inuits se cansaron de vivir bajo las normas de Ula, ellos querían pescar cuando quisieran, cazar lo que les apetecía y vivir dónde les gustase.

 

Así fue cuando una noche 10 cazadores se armaron de valor y codicia y fueron en busca de la gran Ula para poner fin a sus normas y modo de vida.

 

Fue aquí, en Tasermiut, dónde la encontraron. Distribuyendo comida para las foscas, los peces, los caribus y dejando reserva para los humanos.
No se ocultaron y alzaron en alto sus armas, en ver los arpones Ula se llenó de furia y sin poder evitarlo, enegreció el cielo, heló los campos y el mar empezó a rugir como una única bestia.
El más valiente y cruel entre los humanos, Äjö, fue quién clavó el arpón definitivo en el corazón de Ula, bajo la tempestad desatada. En ese momento todos vieron como los ojos de Ula se entristecían y lloraban.
El mar se empezó a mover ya la tierra se juntaba. Ula quedó en medio, expuesta y convertida en piedra, al juntarse la piedra a su alrededor, la alzó en vertical hacia el cielo como una montaña de punta redonda. Des de ese momento los inuits la conocen como Ulamertorsuaq y
fue entonces cuando los inuits conocieron el porqué de sus normas, resignados a vivir de la manera más cruda y dura que jamás se imaginaron, debían sobrevivir en una tierra desolada, hostil, muy poco habitada y con clima adverso.
Muchos son los que dicen que si cierras los ojos y prestas atención, aún puedes escuchar el latir del feroz y bello corazón de Ula.