GREENLAND Memories of an Inuit

Greenland - Memories of an Inuit

Miércoles 14 de Agosto 2013: Vuelo Madrid-Gatwick-Reykjavik

Son las 4:45 de la mañana. Suena el despertador, nos hacemos los remolones e intentamos parar el tiempo en nuestras cabezas durante un rato. Pero en el fondo nos da un poco igual, ya que la aventura nos esperaba. Un mundo prácticamente desconocido, el cual la gente no terminaba de ver como posible destino para unas vacaciones: Groenlandia.

El termómetro del reloj de la mesilla marcaba unos veintitantos grados centígrados, pero aún así debíamos vestirnos como si fuéramos al polo norte. Un último vistazo y revisión de que todo estaba correcto. No nos preocupamos mucho, llevábamos unos 10 días con la maleta hecha, esta vez no nos podíamos dejar nada. Menos mal que Laura se acordó de sacar los Gore-Tex antes de acostarnos, ¿qué hubiera sido de nosotros en un viaje de este tipo sin ellos?

A las 5:30 nos esperaba el taxi, bajamos y allí estaba…

  • A la terminal 2, por favor.
  • Un poco antes de las 6 de la mañana llegábamos al aeropuerto:
  • ¿Con qué compañía viajáis? – preguntó el taxista
  • Con Air Europa – contesté
  • No tengo ni idea donde tiene la facturación, así que os dejo por aquí. Si queréis un carro vale 1 euro. Tenéis la máquina allí mismo.

 

Cogimos un carro, pero no nos sirvió de mucho ya que nada más entrar vimos los carteles de Air Europa allí mismo.

Tras esperar una pequeña cola de gente, nuestro turno:

  • Pasaportes por favor – nos dijo la señorita.
  • Aquí tiene
  • ¿Destino final?
  • Londres – contesté yo, a lo cual Laura rectificó
  • No, vamos a Reykjavik – dijo
  • Bueno, con vosotros volamos a Gatwick , y luego con WOW Air volamos hasta Reykjavik – añadí

 

La señorita nos comentó que nos podía mandar las maletas directamente a Islandia, y tras insistirle unas cuantas veces y recordarle que el viaje no lo hacíamos con su compañía hasta el destino final, nos convenció y facturó las maletas.

  • ¡Que maja la señorita! – me dijo Laura mientras veía desaparecer nuestras maletas por la cinta y pensaba si esa iba a ser la última vez que las vería.
  • Si, ya te acordarás de lo maja que es cuando llegues a Islandia y las maletas no estén – le contesté mientras pensaba que daba igual, que probablemente llegarían. ¿Qué nos iba a pasar? Éramos jóvenes…

 

El viaje a Londres se hizo bastante corto, teniendo en cuenta que dormimos prácticamente durante todo el vuelo. A continuación nos esperaba una escala aburrida de 3 horas, o al menos eso pensamos hasta que llegamos al stand de WOW Air y nos confirmaron lo que yo más temía: La señorita de Air Europa era una incompetente y nos “facturó” las maletas a Islandia cuando eso era imposible ya que la segunda compañía era de bajo coste y no tenía convenio alguno con ninguna compañía. Por lo tanto, las siguientes horas se convirtieron en una auténtica pesadilla: reclamando maletas, llamando a nuestro contacto de emergencia en Islandia, hasta que, con resignación, volvimos al stand de WOW Air para sacar las tarjetas de embarque comentando que las maletas las habíamos perdido. En ese momento aún teníamos la pequeña esperanza de encontrarlas en la cinta de equipaje de Reykjavik…

Esperando el embarque del vuelo a Islandia, coincidimos con uno de los personajes más raros con los que habíamos coincidido nunca: Pere, un tipo que había decidido hacer el viaje de Kayak-Bici-Trecking solo. Tras hablar con él te dabas cuenta que era de una de esas personas que vive al límite la cual había tenido la brillante idea de hacer la maleta la misma mañana que se iba de viaje y llegó tarde al aeropuerto, teniendo la grandísima suerte de que le pudieron facturar las maletas pero, a diferencia de nosotros, a él no le ofrecieron mandárselas a Islandia, por lo que las pudo recuperar sanas y salvas en la cinta de Londres.

El vuelo a Islandia se nos hizo eterno, por lo menos a mi. Cuatro horas de sufrimiento pensando si las dichosas maletas que la señorita de Air Europa nos había prometido mandar a la Tierra del fuego y del hielo. Una vez llegamos, las maletas no aparecieron. Se trata de uno de esos momentos en los que te quedas con cara de desesperación al dejar pasar por cuarta vez la única maleta que nadie recoge de la cinta y miras a tu alrededor y eres la única persona esperando en la zona de reclamación de maletas. En ese momento te convences a ti mismo que las maletas no iban a aparecer.

Una vez puesta la denuncia, a las 15:00 (GMT) en la salida del aeropuerto nos esperaba Óscar, el que iba a ser nuestro guía en la excursión del Círculo Dorado que contratamos en Reykjavik.

 

Miércoles 14 de Agosto 2013: Círculo Dorado y estancia en Reykjavik

El guía y el país increíbles, no obstante, el clima y el malestar causado por la pérdida de equipaje nublaron un poco la ilusión con la que habíamos comenzado el viaje.

Las tres paradas que hicimos en la excursión del Círculo Dorado eran: Gullfoss, Þingvellir y el valle de Haukadalur.

De camino a la primera parada, mientras hablábamos con Óscar de temas diversos e intentábamos solucionar nuestro pequeño problema, pudimos disfrutar de un paisaje increíble. Llovía bastante y estaba muy nublado, pero quizás ese clima hacía que las montañas de roca volcánica cubiertas de verde nos causaran esa sensación de asombro.

Gullfoss (o cascada dorada para los amigos) era una cascada enorme. Allí estuvimos un rato disfrutando de ella e intentando hacer alguna foto cuando la lluvia y el agua que salpicaba de la cascada no nos lo impedía. Allí, para más inri, me metí un leñazo en unas rocas bastante resbaladizas y me hice polvo el “pompis”.

La segunda parada fue al valle de Haukadalur, con gran actividad geotermal y donde se encuentran los geisers Geysir (actualmente inactivo debido al poco cuidado y deterioro humano) y Strokkur, un geiser que pegaba un petardazo de unos 20 metros de agua cada 8 minutos aproximadamente. Allí también hicimos las pocas fotos que pudimos a pesar de los consejos que nos dio Óscar de esperar a que el agua rebosara 4 veces antes de explotar.

La última parada de la que constaba la excursión fue Þingvellir, un parque nacional con especial importancia histórica y belleza natural. Se trata de una zona de Islandia donde se juntan las placas tectónicas euroasiática y la americana, creando formaciones espectaculares como Almannagjá, la falla más grande que atraviesa la zona en forma de cañón, por la que pudimos dar un paseo bajo la lluvia disfrutando de un paisaje único.

Tras esto, Óscar nos llevó a nuestro albergue (Idglo Hostel). El casero, era un hombre bastante majo, el cual intentaba hablar el español que pudo aprender en una estancia en Andalucía. La habitación (doble), bastante acogedora fue nuestro primer contacto con un albergue. Una vez dejamos las maletas en la habitación, nuestro guía, amablemente nos llevó al centro de Reykjavik y nos enseñó por donde podíamos cenar y comer al día siguiente, tras lo cual se despidió de nosotros. Durante la cena en uno de los restaurantes que nos aconsejó, nuestro contacto de la agencia nos dio la grandísima noticia de que nuestras maletas habían aparecido y que durante esa noche las enviarían a la estación de autobuses. Allí cenamos muy bien, una hamburguesa y un bacalao bastante rico.

Jueves 15 de Agosto 2013: Vuelo Reykjavik- Narsarsuaq. Estancia en Qassiarsuk

Así pues, a la mañana siguiente, tras descubrir que Laura tenía un mensaje en su móvil verificando que las maletas estaban en la estación de autobuses, nos dispusimos a desayunar en el albergue (bastante curioso) y a ir a recoger las maletas. Y allí estaban, una vez comunicado a un empleado de la estación que nos habían mandado nuestro equipaje a la estación, pasamos a una sala llena de maletas y las vimos. Fue una sensación de alegría increíble. No nos pidió ningún tipo de documentación para verificar que eran nuestras (según nos comentaron, nunca lo hacen), pero creo que la cara que pusimos nos delató completamente.

A continuación, cargamos con las bolsas al albergue y allí nos encontramos con Pere y otra mujer, Ana, que nos acompañaron a dar una vuelta por el centro de la ciudad, donde pudimos ver el Parlamento, el puerto, la Iglesia de Hallgrímur en forma de órgano musical y disfrutar de un perrito caliente en Bæjarins Beztu, un puesto que nos aconsejó la noche anterior Óscar, donde consideran se come los mejores perritos calientes de todo Europa.

Después de esto, vuelta al albergue y espera a los taxis que nos iban a llevar al aeropuerto doméstico para volar a Groenlandia.

El vuelo fue increíble sobre todo por las vistas. Hasta ese momento no había visto nunca a todos los pasajeros emocionados mirando por las ventanillas de un avión. Groenlandia desde el cielo era espectacular, todo blanco y lleno de fiordos, icebergs y lenguas de glaciares. Irresistible tomar fotos y video del paisaje. Durante el vuelo, Laura tuvo la mala suerte de cortarse con un folleto en la nariz, la cual tardó un buen rato en parar de sangrar.

Una vez aterrizado el avión, un tiempo bastante mejor que el de Islandia, por lo menos no llovía. En ese momento aprovechamos para dar una vuelta por la periferia del aeropuerto y vimos nuestro primer iceberg mientras esperábamos que nos trasladaran al albergue en Qassiarsuk. Durante ese rato conocimos a los que iban a ser nuestros compañeros de viaje, Andy y Mary, él alemán y ella inglesa.

A continuación nos llevaron al puerto para el traslado y repartieron las parcas polares que íbamos a utilizar durante todo el viaje para los traslados en zodiac y las esperas nocturnas para disfrutar de las auroras. El viaje al albergue a través del fiordo Tunulliarfik se hizo corto. Y cuando llegamos al albergue (Leif Eriksson Hostel) estaba lleno de gente, nos dieron una habitación de 10 que compartimos con otras 6 personas con las que ya habíamos coincidido en el albergue de Reykjavik. Al principio fue un poco estresante, en parte por la cantidad de gente que había en el albergue, pero sobre todo porque no podíamos pasar a la habitación a penas, debido a que las demás parejas se iban a la mañana siguiente y debían preparar las bolsas que les facilitaba la agencia para los traslados, lo cual hacía que toda la habitación estuviera cubierta de bolsas, gente y ropa. No obstante, a pesar del gentío, nos dimos cuenta que todo estaba muy bien organizado y las comidas que íbamos a disfrutar durante el viaje estaban bastante bien en comparación con lo que nos esperábamos que iban a ser.

Tras la correspondiente ducha, a Laura le volvió a sangrar la nariz y esta vez no paró hasta que una de las guías que había en el albergue le aconsejó taponarse la nariz en la parte superior, lo cual funcionó la mar de bien.

Una vez cenamos, Marta (nuestra primera guía) nos explicó la excursión que íbamos a hacer con ella al día siguiente (acompañado de nuestro querido amigo Pere), teniendo en cuenta que habíamos llegado 2 días antes de comenzar el circuito. Pensábamos que únicamente nos habían pagado el alojamiento, pero las comidas y las excursiones de esos días también debían estar incluidas.

Y, para rematar el buen día, por la noche pudimos disfrutar de nuestras primeras auroras boreales. Nos parecieron increíbles, a pesar de que eran muy tenues y de color grisáceo. Y allí estuvimos hasta prácticamente la 1 de la noche con otra pareja de catalanes.

Viernes 16 de Agosto 2013: Excursión View Point Tasiusaq

Esa mañana nos despertó el sonido de las ovejas en la ventana alrededor de las 6 de la mañana. El resto de la gente estaba despierta y yo me imaginé que sería más tarde.

  • ¿Sabes qué hora es? – me preguntó Laura
  • No sé…
  • Las 6 de la mañana, así que anda, duérmete.
  • No puedo dormir más…

 

Así que nada, nos levantamos y nos dispusimos a desayunar y prepararnos para la excursión. Todos los días nos repartíamos el picnic entre las mochilas del grupo. Ese día salíamos a las 9:30 y hasta esa hora estuvimos disfrutando del paisaje y las vistas que nos ofrecía la terraza del albergue.

La excursión muy bonita, una ruta por caminos y a través de un campo completamente verde plagado de lagos y con la única compañía de un montón de ovejas esparcidas. La ruta fue bastante agotadora pero gratificante, muchas pendientes y calor mientras andábamos, el cual desaparecía cuando parábamos a descansar. En un momento dado Marta nos ofreció darnos un baño en un lago, pero al meter la mano me puse hasta el forro polar del frío que me entró. No obstante, el resto (Marta, Laura y Pere) si que consiguieron meter por lo menos los pies.

Al view-point llegamos a la hora de comer (allí comíamos sobre las 12 – 12:30). Las vistas eran indescriptibles, dos frentes glaciares, uno a cada lado y el fiordo Sermilik donde el último día íbamos a hacer una ruta en kayak.

Después de comer, como teníamos tiempo, intentamos llegar a la bahía del fiordo, pero tras un buen rato andando nos percatamos de que no estaba tan cerca como creíamos y decidimos volver. A la vuelta acabamos agotados y yo con mucho dolor de espalda debido a la falta de costumbre de ir con mochila y a que ésta la llevaba mal ajustada. Más tarde cena y a dormir en nuestra nueva habitación doble que nos dieron debido a que todos los acompañantes que tuvimos la noche anterior se habían ido.

 

Sábado 17 de Agosto 2013: Visita ruinas y pueblo de Qassiarsuk

Esa mañana nos levantamos más tarde y desayunamos en la terraza. La visita al pueblo la teníamos a las 13:00, después de comer un grupo que volvía a España ese día, así que aprovechamos para dar un paseo por los alrededores y hacer fotos.

Ese día resultaba que hubo una carrera en el pueblo (maratón, media y popular) bastante curiosa a la que un vasco que conocimos se enteró al llegar a Groenlandia y se apuntó y ganó la carrera popular de 10Km (teniendo en cuenta que sólo había 7 participantes). Comimos y conocimos a Ombline, la que iba a ser nuestra guía el resto del viaje y más tarde hicimos la visita de las ruinas de la iglesia y asentamiento de Eric el Rojo, que conforman el antiguo Brattahlid, la capital de la Groenlandia vikinga, y el lugar donde Eric el Rojo se asentó en el año 985 al comienzo de la colonización de los pueblos bárbaros. Además, visitamos la actual iglesia y entramos en una reconstrucción de una casa inuit y otra vikinga (en la que me di un buen golpe en la cabeza)

Una vez terminada la visita, más tiempo de relax, ducha y tiempo para preparar la bolsa que al día siguiente nos íbamos a llevar para la estancia en el campamento glaciar. Por la noche, cenamos y nos fuimos prontito a dormir.

 

Domingo 18 de Agosto 2013: Igaliko y Campamento glaciar en Qaleraliq

Amanecimos sobre las 7 de la mañana para desayunar en la terraza y prepararnos antes de salir al campamento glaciar. Cuando partimos, hicimos una parada en Igaliko, poblado inuit de apenas 40 habitantes con fama de ser la población más bella de toda Groenlandia. Durante el trayecto nos dimos cuenta de lo imprescindible que eran las parcas polares que nos dieron al principio porque, aunque hiciera sol, en zodiac con el viento que hacía era imposible ir sin ellas.

Allí en Igaliko hicimos una ruta tranquila hasta el pueblo en donde vimos las ruinas de Gardar, el arzobispado y capital religiosa de la Groenlandia vikinga. Comimos frente al fiordo y volvimos de nuevo a la barca.

Antes de llegar al campamento hicimos una nueva parada en Narsaq de una media hora que aprovechamos para estirar las piernas y entrar un poco en calor después de la hora que habíamos estado en la barca.

De camino al campamento cogimos mucho oleaje haciendo el viaje un tanto incómodo, pero a pesar de ello las vistas eran preciosas y llenas de icebergs. Justo antes de llegar al campamento un montón de aves nos dieron la bienvenida al pasar por el iceberg donde estaban reposando. Fue una imagen espectacular digna de un documental de la tele.

Y por fin llegamos Qaleraliq tras otra hora de viaje desde Narsaq. El camino que había desde la zodiak al campamento se hizo bastante largo, teniendo en cuenta que tuvimos que hacer varios viajes para subir todo el equipaje, unas 6 bombonas de butano y un barril enorme de comida (éste lo subió Ombline ayudándose de una estructura en forma de mochila casera que se habían montado).

Una vez en el campamento nos dimos cuenta dónde estábamos, éste estaba asentado en una antigua lengua de glaciar extinta la cual daba un aspecto de paisaje lunar y frente a él, tres lenguas glaciares, las cuales aprovechamos el resto de la tarde para ir a verlas y fotografiarlas. Antes de esto, Ombline nos enseño las instalaciones, donde cabía destacar varias cosas:

  • Lo primero, el baño, una caseta de obra que consistía en un water con una bolsa de basura colgando. Laura nada más llegar fue a visitarlo y decidió no volver a ir más…
  • Después, el lavadero y zona donde coger agua: el río. Había una piedra que delimitaba la zona a partir de la cual podías lavarte los dientes y los platos frente a donde llenabas las garrafas y jarras para beber agua y cocinar.
  • Y por último, la ducha, una tienda en cuyo interior había dos cubos, uno grande que contenía el agua limpia y otro más pequeño para el agua «sucia»; además de una jarra para ducharte.

 

La cena estuvo bien, ese día cenamos pasta y después de eso vimos que habíamos coincidido con la pareja catalana con la que vimos las auroras la primera noche, con lo que estuvimos con ellos y su grupo a la espera de las auroras dentro del domo-comedor. Esa noche vimos una aurora verde impresionante, pero no volvimos a ver ninguna más, así que sobre las 12 de la noche decidimos irnos a dormir… o por lo menos intentarlo, ya que esa noche fue horrible: hizo muchísimo frio, Laura consiguió dormir al principio pero yo, entre el frío y los truenos que pegaban los serac desprendiéndose y los vecinos no conseguí pegar ojo. A media noche Laura se despertó para ir al baño:

  • Javi, ¿qué te pasa? – me preguntó Laura
  • Tengo mucho frío… – contesté tiritando
  • ¿Vamos a hacer pis?
  • Vale…

 

A lo cual tuvimos que vestirnos salir e ir corriendo a hacer pis ya que fuera hacía un frio increíble. Una vez de vuelta a la tienda, Laura me ayudó a meterme de nuevo en el saco y a partir de ahí conseguimos dormir un poco mejor.

 

Lunes 19 de Agosto 2013: Visión panorámica del Inlandis

Esa mañana nos levantamos alrededor de las 8 de la mañana, desayunamos, nos lavamos los dientes y la cara en el río además de los cubiertos y plato. Tras esto, lo que venía siendo costumbre: preparar la mochila para la excursión.

Esta vez subimos a pie al gran lago Tasersuatsiaq a través de un singular valle de arena de aspecto desértico, que conduce en un sorprendente contraste a la tundra verde y frondosa.

Tras pasar por el lago ascendimos a una montaña de 400 metros de altitud desde la que pudimos observar una vista majestuosa de éste lago, uno de los más grandes del sur de Groenlandia. La cota es un privilegiado mirador del Inlandis, el gran glaciar del interior de la isla, desde donde se podía ver el hielo infinito que alcanza la costa norte y el océano Ártico, así como observar los nunataks o islas de roca aflorando. Por el camino vimos un caribú y varias liebres, antes de parar a comer ayudados con una mosquitera debido a la gran cantidad de mosquitos que había.

A la vuelta, pudimos ver un zorro y una pareja de caribúes junto al lago, llegando al campamento cerca de las 18:30 de la tarde.

Una vez más, antes de cenar nos fuimos a dar un paseo al fiordo y observar los glaciares. Esa noche nos fuimos a dormir pronto y esta vez ayudados por un saco extra y las cantimploras llenas de agua hirviendo para evitar el frío de la noche anterior, por lo que esa noche conseguimos dormir en condiciones.

Martes 20 de Agosto 2013: Frentes glaciares y excursión en el hielo

Un día más, nos levantamos cerca de las 8 para partir esta vez a hacer una excursión por los glaciares.

Aproximadamente a las 9:30 subimos a la zodiac para acercarnos al primer frente glaciar después de dejar en una playa la comida para un grupo de kayak que iba a acampar allí esa noche.

Acercarnos a los frentes glaciares fue sin duda alguna lo más espectacular de todo el viaje. El primero de todos ellos era el más grande y activo de todos ellos, por lo que fue impactante verlo mientras nuestro guía Sergio nos contaba todo acerca de los glaciares.

Una vez esto, fuimos camino del segundo, parándonos a saludar a los tripulantes de una embarcación capitaneada por un tal Mike Horn, un explorador bastante famoso que se encontraba en Groenlandia esos días y que nos pareció un poco borde cuando conseguimos que saliera del barco.

A continuación, la excursión con crampones espectacular: una vez que atraviesas la morrena y te adentras en el glaciar con los crampones, parece todo de foto retocada con photoshop, ya que el glaciar contenía una gama tremenda de azules blancos y grises provocados por la tierra de la barrena que se colaba al glaciar.

Después de parar a comer encima del hielo, nos llevaron a ver una grieta impresionante a la que accedíamos de uno en uno encordados con Sergio. Cuando te asomabas a verla no llegabas a ver el fondo, el cual iba tomando un color azul cada vez más oscuro. En ese momento Laura se dio cuenta de que había perdido la tapa del objetivo (por primera vez en el viaje) la cual recuperó, gracias a la flor que tiene, al lado de donde habíamos parado a comer.

Sí que es cierto que la excursión por el glaciar se nos hizo bastante corta debido a que nos encantó todo. Cuando me fui a subir a la zodiac para irnos, di gracias a que Ombline y Sergio me tenían cogido de los brazos para ayudarme a entrar porque pegué un resbalón y metí la pierna enterita dentro del agua. Una vez dentro, Laura me preguntó si estaba bien:

  • Javi, estás bien. ¿Te has dado cuenta de que has metido la pierna enterita dentro del agua? ¿No te has calado? – me preguntó Laura
  • No – respondí asombrado.

Tras esta anécdota, nos dispusimos a ir a ver el último frente glaciar antes de regresar al campamento.

Por la tarde, como venía siendo habitual, fuimos a dar un paseo y disfrutar de la última tarde que íbamos a estar en ese maravilloso lugar. Una vez paramos a sentarnos decidimos que era buena idea coger unas cuantas piedras y un poco de arena para llevarlas a casa.

Esa noche, estuvimos en el campamento únicamente nuestro grupo: Ombline, Andy, Mary, Laura y yo; por lo que si lo normal era disfrutar de un tranquilidad , esa noche fue total. Cenamos los 5 dentro de la tienda-cocina donde Ombline nos hizo unas lentejas que no estaban nada mal y luego estuvimos jugando al Uno mientras esperábamos que aparecieran las auroras. No obstante esa noche no hubo suerte y nos fuimos a dormir (cada pareja en una tienda diferente) sin poder verlas.

 

Miércoles 21 de Agosto 2013: Narsaq y fiordo Qooroq

Esa mañana nos dio pena irnos, ya que a pesar de que las instalaciones del campamento no se correspondían a las de un hotel 5 estrellas y llevábamos 3 días sin ducharnos (yo no sé como lo hice, pero fui al baño todos y cada uno de los días que estuvimos…), no nos queríamos ir. Sabíamos que esa panorámica era si no imposible, muy complicado que la volviéramos a ver en la vida. Por lo que recogimos todo a duras penas y nos preparamos para esperar a la embarcación que nos iba a trasladar de nuevo al Leif Eriksson Hostel.

El camino de vuelta fue mucho más tranquilo que el de ida, ya que no hubo apenas oleaje. Una vez más hicimos parada en Narsaq, la tercera ciudad más habitada del sur de Groenlandia (con una población de unos 1.700 habitantes) pero esta vez para visitar el pueblo, comprar unos souvenirs (compramos unos Tupilak los cuales a Laura aún le cuesta pronunciar su nombre) y comer en otro albergue que tenía la compañía, donde conocimos a una mujer francesa amiga de Ombline que se había aventurado ella sola a hacer un viaje en kayak por el sur de Groenlandia. Después de esto tuvimos tiempo libre el cual aprovechamos para ir a visitar el museo (un pestiño, ya que era guiado y había unas parejas de ingleses que no paraban de preguntar cosas absurdas) y la lonja de pescado. Una cosa que nos sorprendió de ese lugar fue que por la mañana dejáramos las maletas y parcas en el embarcadero y que a la vuelta por la tarde estuvieran exactamente en la misma posición y, más asombroso aún fue que Laura no hubiera estado preocupada por ello.

Cuando vinieron a recogernos, antes de llegar al albergue hicimos varias paradas. Primero, fuimos a una casita perdida en frente del fiordo donde vivía una pareja de guías todo el año. A continuación paramos en Igaliko a recoger a otra pareja que conocimos en el campamento glaciar (de la cual a él le apodamos el «inglesito» debido a sus dotes y conocimientos del idioma anglosajón y las lecciones que daba a los demás acerca de todo). Y por último, la última parada la hicimos en el fiordo Qooroq, donde se encuentra uno de los frentes glaciares más activos del sur de Groenlandia, y navegamos hasta el lugar donde la densidad de témpanos de hielo es tal que hacía imposible continuar la navegación. Allí estuvimos un buen rato tomando fotos y disfrutando del paisaje además de una buena crema de orujo servida con hielo de iceberg la cual Ombline se encargó de preparar ayudada de un piolet.

Nada más llegar al hostel, lo primero que hicimos fue tirar las maletas y meternos en la ducha. En aquel momento, el albergue nos pareció un hotel de lujo. Después estuvimos relajándonos en la terraza observando un barco de los guarda costas daneses y llamando a Juanjo para felicitarle un día después de su cumpleaños debido a que en el campamento no había ni pizca de cobertura.

Una vez cenamos, jugamos al Uno con la pareja que iba con nosotros y salimos a disfrutar de una noche plagada de auroras boreales de unos colores verdes asombrosos. Terminamos yéndonos a dormir alrededor de las 11 de la noche después de casi 3 horas disfrutando de esa maravilla de la naturaleza.

Jueves 22 de Agosto 2013: Valle y glaciar de las Mil Flores

Ese día por la mañana, una vez más, mismo plan de actuación: desayuno rico en calorías (zumo de naranja acompañado de cola cao, tostadas con nocilla y galletas o cereales) y preparación para la excursión del día que comenzaba a la misma hora de siempre, las 9:30 de la mañana.

A esa hora fuimos a cruzar el fiordo Tunulliarfik hasta Narsarsuaq, donde nos esperaba una furgoneta para llevarnos por el único tramo de unos 5km de carretera. Allí nos bajamos y comenzamos a caminar por un sendero hasta acabar en un valle donde paramos a descansar previamente a comenzar a subir la montaña. Se trataba de una subida con bastante inclinación donde incluso había tramos en los que te podías ayudar por una cuerda. Casi al comienzo de la subida, se reenganchó con nosotros Mario, un antiguo guía de la compañía que había ido a Groenlandia el sólo con su velero a pasar unas cortas vacaciones de 3 meses. Una vez arriba se hizo casi obligatorio el uso de mosquitera, ya que era impresionante la nube de mosquitos que nos acompañó, incluso durante la comida.

Seguimos caminando hasta llegar a una zona donde pudimos observar unas maravillosas panorámicas del glaciar Kiattut y sus nunataks. Nos encontrábamos en la que posiblemente se trata de la excursión más famosa de toda Groenlandia.

Allí comimos protegidos con las mosquiteras y observando el glaciar y tras esto, una buena siesta acompañada del buen tiempo que hacía.

Una vez reposada la comida, comenzamos con la vuelta. La bajada fue muy divertida ayudándote con las cuerdas enganchadas en las rocas. Mario nos comentó que esas cuerdas las recogían al finalizar la temporada y las vuelven a poner el año siguiente.

Cuando llegamos al albergue, mismo plan de todos los días, ducha, relax en la terraza, cena y a dormir, ya que esa tarde se nubló y no iba a haber auroras.

 

Viernes 23 de Agosto 2013: Tasiusaq, “kayak entre Icebergs”

Por la mañana amaneció lloviendo y con viento, por lo que la excursión se retrasó un par de horas.

Ese día estuvo lloviendo prácticamente durante todo el tiempo, aunque muy ligeramente y de manera intermitente. El viento, no obstante, si cesó y a eso de las 11 de la mañana comenzamos la marcha desde el albergue hacia Tasiusaq.

Ese día también se vino Mario con nosotros. El camino fue muy bonito. A la ida fuimos a través del campo pasando junto a un montón de lagos y acompañados de nuestras queridas ovejas.

A la 1 más o menos llegamos a la granja de Tasiusaq, habitada por 7 personas que viven en notable aislamiento junto al fiordo de Sermilik, casi siempre bloqueado por el hielo del glaciar Eqaloruutsit.

Continuamos un poco más hasta la granja de Nunataaq la cual nos ofrecía impresionantes vistas de la Bahía de Tasiusaq y de los numerosos icebergs que la cubren. Allí comimos en un albergue de Tierras Polares y tras el reposo de la comida, Andy y Mary regresaron al albergue y los demás nos fuimos a practicar un poco de kayak por el fiordo. De camino a la bahía, Laura volvió a perder la tapa del objetivo.

En la bahía nos vestimos con el material técnico en una tienda próxima a la orilla y comenzamos con la excursión. Más o menos estuvimos un par de horas navegando entre numerosos icebergs y hielo que nos deleitaban con sus maravillosas formas y colores. Laura iba delante marcando un ritmo bastante discontinuo y yo detrás intentando seguir su ritmo y haciéndome con el timón. Parábamos de vez en cuando para disfrutar del paisaje, hacer fotos y video y conversar con los guías. Fue estupendo. Cuando decidimos volver, a la vuelta salió a saludarnos una foca que pudimos ver a lo lejos y acto seguido aparecieron otro grupo de guías (entre ellos Marta y Alex Txicón, un escalador bastante conocido en su mundillo y que Laura confundió con un bombero amigo de Miguel). Volvimos todos juntos, nos cambiamos en la tienda y los guías se volvieron en todo terreno al albergue con nuestras mochilas, mientras que nosotros volvimos junto con Ombline y Mario andando. Nada más comenzar la marcha, el angelito de la guarda de Laura volvió a aparecer e hizo que los guías que iban en el coche encontraran la tapa del objetivo que Laura había perdido por segunda vez en el viaje.

El camino de vuelta fue bastante bonito y lo pudimos disfrutar un montón ya que ya durante la excursión en kayak dejó de llover.

Esa noche tocó cena típica en el Leif Eriksson con diversos productos inuits. El menú constó de: piel de ballena en daditos, carne e hígado de ballena, foca, salmón y huevas de salmón, buey almizclero y un pescado frito típico de allí. La comida no estuvo mal, pero no era para comerlo todos los días…

Tras esto, una última partida al Uno con nuestros compañeros de viaje y a dormir por última vez en ese maravilloso lugar.

 

Sábado 24 de Agosto 2013: Vuelo Narsarsuaq-Reykjavik. Estancia en Reykjavik

Esa mañana teníamos programado el traslado al aeropuerto a las 11:15, así que nos levantamos a la hora habitual, desayunamos, rematamos las maletas y nos fuimos a dar una vuelta a despedirnos de Eric el Rojo y observar las vistas que nos ofrecía Qassiarsuk por última vez.

Cuando regresamos al hostel un local de allí pidió ayuda para mover su lancha al agua que se había quedado varada en la orilla, así que el grupo de gente que estábamos en el albergue fuimos y movimos la lancha al agua dirigidos por los gritos de guerra de Alex Txicón.

El vuelo lo teníamos a las 15:45, así que nos dio tiempo a comer en un hotel cercano al aeropuerto y dar un paseo por los alrededores.

En la facturación de la maleta oímos a una guía diciendo que estaba prohibidísimo llevarse piedras de Groenlandia, por lo que una nueva preocupación…

Esperando que abrieran el control de seguridad se nos unió Alex Txicón, y nos sorprendió ya que fue muy majo y se ofreció llevarnos al albergue en Islandia.

El vuelo se hizo corto y de nuevo observando las vistas únicas que ofrecía Groenlandia desde la ventanilla del avión.

Cuando llegamos a Reykjavik, una amiga de Alex le esperaba en el aeropuerto y nos llevó al Idglo Hostel. Allí llegamos a las 10 y algo de la noche por lo que no nos planteamos ir a cenar por ahí debido a que a las 4 de la mañana teníamos que coger el autobús para ir al aeropuerto internacional, además de que en el vuelo de Groenlandia nos habían dado bien de merendar. La habitación que nos dieron esta vez era bastante grande con una cama de matrimonio bastante decente. Desde luego que a nosotros después del viaje que habíamos hecho, nos pareció digno de una suite de hotel, una pena que no pudimos disfrutar de ella nada más que unas horas, ya que nos teníamos que levantar a las 3 menos cuarto para ir a la estación de autobuses.

 

Domingo 25 de Agosto 2013: Vuelo Reykjavik-Paris-Madrid. Fin del viaje

A las 2:45 (GMT) sonó primero la alarma del móvil de Laura y seguidamente la de mi reloj. Nos levantamos a duras penas, ya con la sensación de que todo había acabado. Recogimos, nos lavamos los dientes y la cara en el pequeño lavabo que tenía la habitación y nos cargamos las bolsas a la espalda.

La estación de autobuses estaba muy cerca del hostel, pero a esas horas, con las mochilas y bolsas a la espalda y el sueño que teníamos hizo que el viaje fuera eterno.

Compramos 2 billetes y subimos al autobús. Allí nos volvimos a encontrar con Alex, el cual nos hizo compañía hasta el embarque de su avión. Desayunamos en el aeropuerto de Reykjavik y a las 6:50 (GMT) cogimos el vuelo. A partir de ahí, unas cuantas horas de vuelo durmiendo en el avión con una escala en París.

Y a las 6 de la tarde (horario español) finalizamos con ese viaje tan increíble dándonos cuenta de la realidad en el momento en el que entramos por la puerta de casa y soltamos las maletas en la habitación.


Nombre y apellidos del autor/a: Javier Repiso Sánchez

Título del relato: Greenland – Memories of an Inuit

Viaje de Tierras Polares al que hace referencia: Maravillas de Groenladia (14-25 Agosto)

 


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