Tras las acostumbradas esperas (y cierto retraso, como siempre!) embarcamos desde el pequeño aeropuerto doméstico que está en Reikiavik, rumbo a nuestro soñado destino en la tierra verde. El vuelo tranquilo y agradable fue amenizado con las fantásticas vistas aéreas de Groenlandia, con los restos de la banquisa y los glaciares muriendo en el mar, eso si, sólo para los sentados en la parte derecha je je.

Llegada a Narsasuaq y la gente de Tierras Polares y nos estaba esperando, así como algún mosquito invitado. Conocimos a Germán y Fran, nuestros guías para la expedición, así como al resto de los integrantes del grupo. Muy buena impresión de ambos guías, la cual se vio ratificada durante nuestro viaje. Nos equipamos con un super-chaquetón, a pesar de los buenos 18-20 grados que teníamos y embarcamos en la lancha rápida rumbo a Narsaq…Gracias chaquetón!!.

El frío en la barquita, a toda leshe por los fiordos durante una hora, bien lo merece.  Viajecito espectacular que nos serviría como aperitivo para lo que nos deparaban los días venideros. El resto de la jornada en Narsaq. Una placentera tarde con sus casitas de colores, gente muy agradable y un entorno de paz y tranquilidad en un crepúsculo sin fin. Era la primera toma de contacto con las “noches blancas”.

Vídeo con algunos fragmentos del viaje

En el hostal recibimos las primeras nociones sobre la ruta, de la mano de Germán. Organizamos el equipaje en bolsas estancas y nos preparamos para la salida a nuestra aventura.  Cenando ya pudimos deleitarnos de las excelentes cualidades de cocinero que Germán poseía y que nos iría mostrando día a día con sus guisos a pie de tienda.

El primer día de navegación comenzó como generalmente iban a ser los sucesivos, desayuno, recogida de enseres y preparación del equipo en el kayac. Estuvimos en el almacén de los kayacs, familiarizándonos  con ellos, con el timón, con los remos y montando nuestro equipo personal y la parte del comunitario que nos correspondía….y ¡por fin!, tras éstos necesarios menesteres, nos fuimos al agua patos!…

La primera impresión con el kayak es que te vas a volcar. Yo, que no había montado nunca en uno de ellos estaba algo acojonado, pero una vez superado el susto inicial, y con la inestimable ayuda de mi compi de remada Alf, debo decir que el comportamiento de los cascarones es muy noble y fácil de manejar, ya que el uso del timón simplifica muuucho las tareas de orientación del kayak…tras los primeros devaneos circulares, una vez ya domado comenzamos a surcar las frías y repletas de témpanos  aguas del fiordo…rumbo a la aventura!….la navegación fue una gozada, el paisaje es sobrecogedor y  nunca deja de sorprender. Aunque la remada en ocasiones es monótona, lo suple la fantástica visión del entorno que te rodea y las aguas calmas te invitan a más y más……

Llegamos a nuestro primer sitio de acampada y montamos el campamento. La rutina sería la que tendríamos en los sucesivos días. La tienda comunal  la montan los guías y cada pareja su propia tienda personal. Luego un tentempié, infusiones, cafesito y a preparar la cena!!…el tiempo de relax tras la dura jornada en una maravilla. La soledad y aislamiento del lugar le confiere una atmósfera única. No hay ruido ni molestos vecinos. Sólo tú, tu pequeño grupo de compañeros y la naturaleza en estado puro.

El resto de nuestro periplo fue una repetición del guión del primer día de navegación, aunque, eso si, cada día con sus variantes sobre la base común. Cada zona de acampada superaba a la anterior en belleza y sobrecogimiento, unas por estar en playas especulares, otras por tener enfrente un glaciar rompiendo continuamente, lagunas interiores, fiordos, islas…en fin, una amplia panoplia de lugares, todos ellos aislados del mundanal ruido y que sólo gracias a la versatilidad y movilidad que proporciona el kayak se pueden acceder y disfrutar.

La rutina diaria se repetía con una perfecta disciplina fruto de la armonía que en el grupo reinaba. Montábamos el campamento, relax, trekking si tocaba, cena preparada por nuestro chef Germán, sueño reparador y al día siguiente tras el desayuno abundante y el desmontaje del campamento, partíamos hacia un nuevo reto y una nueva tierra por descubrir.