De cómo perdí mi alma en Groenlandia…

(Diario de viajes inspirado en el lenguaje de las leyendas inuit).

Yo quería ir de viaje a Groenlandia, así que subí a un avión rumbo al Norte.

Cuando finalmente empezaron a dibujarse las primeras líneas de aquellas tierras tras la ventanilla, una voz profunda de mujer susurró mi nombre dentro de mi oído y sentí que una mano sin dedos entraba por mi garganta, buscando la humedad de mi interior. Supe que era la mismísima Sassuma Arnaa la que se colaba por todos mis rincones, aferrándose a mi agua como si quisiera llevarla con ella a su hogar submarino. Notaba cómo cada vez tiraba de mí con más fuerza hasta que, finalmente, todas mis tripas saltaron fuera de mi cuerpo y fueron desparramándose por el fiordo.

Entonces, un iceberg del tamaño de mi infancia rasgó mi vientre hasta clavarse en el centro de mi corazón, rompiendo los ventrículos y aurículas en puntos cardinales desordenados. El Viento no dejó pasar siquiera un suspiro cuando empezó a arañar con fiereza mi piel, rompiendo en jirones cada centímetro de mi superficie mientras el avión viraba hacia Narsarsuaq. Y cuando aún no habíamos empezado a descender, un ulu forjado con hielo y cielo entró en mi carne, separándola de mis huesos, que cayeron sobre rocas tan antiguas como la misma Tierra, estallando en mil crujidos ancestrales.

Por fin mis ojos, que habían quedado solos en el asiento, rodaron atravesando el fuselaje y siguieron dando vueltas, girando concéntricos a miles de bayas de color violeta, rodeando los troncos suaves de los sauces y los álamos, saltando entre las angélicas y los líquenes, dejándose acariciar por el envés de las hojas de té de Labrador para, al final, con los iris plenos de todas las esencias, cobijarse en dos tardías campanillas del Valle de las Flores.

Jamás imaginé que el Frío, al que había temido toda mi vida, quisiera robar mi alma, perdida en el ruido de los días, y reclamarla para sí, desde las falanges de mis dedos helados hasta la punta desollada de mi nariz, que ahora pertenecía al Viento.

Y así es como dejé de existir.

Pero la Madre del Mar recapacitó y pensó que tal vez, solo tal vez, yo fuese digna de una vida y, entonces, con dedos de lengua glaciar recorrió los fondos de los fiordos y recogió mis fragmentos. Con nubes blancas insufló mis pulmones y con lluvia gris rellenó mis arterias. Con tendones de foca cosió mis músculos, hechos ahora de hielos azules, a los huesos de caribú con los que sustituyó mi esqueleto. Usó espinas de fletanes y cuernos de narval para dar forma a mis manos y talló las uñas con garras de halcones y de águilas de cola blanca. Hizo brotar mis muelas de las rocas pulidas en viejas morrenas arenosas y con hielos crepitantes de aires enclaustrados, esculpió mis colmillos. Me cubrió de piel de ballena, dura, negra, resistente y le puso vello de lana de oveja y algodón ártico. Pintó lunares por mi espalda con la tinta de los tatuajes de otras mujeres, llenando mis poros y mis recuerdos con sus nombres. Recogió la sangre de antiguos heridos para sonrojarme las mejillas y con las cenizas apagadas de una chimenea viuda, curtió las plantas de mis pies. Llenó el hueco de mis ojos con dos piedras: una rosa de tugtupita, nacida de las manos de un artesano y otra de arenisca roja, nacida de la memoria de un viejo médico. Con miles de gaviotas, blancas, grises, grandes y pequeñas, adornó mis cabellos, ahora largos y lanudos, de buey almizclero. Y miles de sonrisas anidaron en mi pubis para que, a mi regreso, pudiese engendrar glaciares de vida.

Al final, ella me regaló un alma nueva, limpia, luminosa, llena de estrellas, de sol, de auroras, y de luces de otros ojos… y encontré mi inua en Kalaallit Nunaat.

Qujanaq, Madre.

 

Para nuestra guía, Eva. Para mi guía, Fernando.

 

Raquel F. González

26 de septiembre de 2022

 

Notas sobre algunos nombres:

*Sassuma Arnaa: Madre del Mar.

*Ulu: cuchillo de las mujeres inuit utilizado con muchos propósitos: desollar animales, preparar y cortar pieles, trocear alimentos, comer y, en general, cortar o picar. Se trata de un fuerte símbolo cultural.

*Té de Labrador: Ledum groenlandicum.

*Tugtupita: “piedra de reno”. Es un tectosilicato de aluminio, sodio y berilio de color rosa intenso. Se encuentra en muy pocos lugares, entre ellos, el sur de Groenlandia.

*Inua: alma, esencia vital.

*Kalaallit Nunaat: Tierra de los Kalaallit, Groenlandia.