¡¡Alleeeez Moka, Kieli, alleeeeez!! Cierro los ojos y aún siento el frío en mi cara, la velocidad, el ladrar de mis perros, mi reflejo en sus ojos, sus huellas sobre la nieve. Líneas sobre un mapa desconocido de soledades blancas. La luz especial del final del invierno ártico. Y nada más. Nada más salvo la taiga, los bosques y lagos helados, el silencio…