ESTÁ USTED VIAJANDO A GROENLANDIA
“Está usted viajando a Groenlandia”. Nunca una frase fue tan descriptiva. Sabes que tu destino es un lugar tan remoto y especial cuando esa es la sentencia que te da la aerolínea para explicar una serie de retrasos y cancelaciones por condiciones de niebla. Todo empezó, pues, con nervios y reclamaciones, pero ya conocemos el dicho de “lo que mal empieza, bien acaba”. A las pocas horas de pisar tierra en Narsarsuaq ya habíamos olvidado todas esas peripecias, y empezaron a desencadenarse actividades y experiencias, que se iban a acumular en nuestra retina, en nuestra memoria, y… también en la de nuestros móviles. Desde la primera cadena humana hasta la última cena en el Hostal Leif Erikson, este vasto e inhóspito territorio consigue hacerte olvidar lo que ocurre en el resto del mundo. Pasar ocho días con el móvil en modo avión, sin ningún contacto con el exterior y sin la dependencia que genera, rodeado de naturaleza en estado puro, admirando, respirando, conversando, escuchando sonidos diferentes, permite que tomes conciencia de que estás viviendo algo auténtico e irrepetible. Ese algo que te impulsa a aprovechar cada minuto. Es como una terapia de desconexión necesaria, aunque al final vuelvas irremediablemente a tu rutina y tu vida normal.
Una colección de momentos, clasificados como por fascículos. El silencio sepulcral en el campamento glaciar, sólo interrumpido por el constante y atronador estruendo del glaciar rompiéndose. La oscuridad total de la noche, sólo iluminada por la luna llena, estrellas y auroras boreales todas las noches. La inmensidad del inlandsis, bordeado de colorida tundra, a veces salpicada por manadas de huidizos caribús. Desiertos de arena que te hacían dudar de si estabas en Groenlandia o en Fuerteventura, si no fuera por la constante presencia del glaciar y los icebergs. El color del hielo de los glaciares, a veces azul intenso, a veces blanco y liso como merengue, y el crujido de nuestros crampones al caminar sobre él. El baño (o intento de baño) en nuestra playa privada, con hielos y gaviotas como únicos espectadores. Las caminatas entre la niebla o bajo un intenso calor, nunca las capas de ropa fueron tan necesarias. Los picnics. Las cenas. Las sobremesas. El Martini. El privilegio de palear en kayak en completo silencio entre icebergs.
Groenlandia sigue siendo la última frontera del planeta. Fuimos muy afortunados. No todo el mundo tiene la oportunidad de hacer un viaje así.
https://eloisaozonas.com/2022/09/25/maravillas-de-groenlandia/